En Creta, un hombre que se hacía llamar Moisés recorrió la isla durante un año, incitando a los judíos a seguirlo, prometiéndoles que los haría cruzar el mar como el Moisés bíblico.
Reunió a todos los que pudo y, en el día señalado, los condujo a un precipicio frente al mar, mostrándoles una roca saliente en las aguas. Les dijo que saltaran hacia el mar, que nadaran hasta la roca, y después estarían seguros.
Muchos saltaron, pero unos se ahogaron y otros fueron rescatados por pescadores que casualmente pasaban por allí. El resto de la multitud se habría lanzado también, si no fuera porque los sobrevivientes advirtieron a gritos del peligro y la muerte de los otros. Mientras tanto, el falso profeta desapareció.
Se juzgó que no era sino un demonio que, con permiso de Dios, había engañado a aquella desdichada multitud y conducido a muchos a la muerte.
(Sócrates, Historia Eclesiástica, libro 7, cap. 38).
Comentarios
Publicar un comentario