La Virtud de la Castidad y su Poder para Aliviar las Almas

una tentación de blasfemia

  


Tenia un monje una tentación de blasfemia y fatigado de ella escribió en un papel ,y fue donde un viejo y prostrado a sus pies llorando se la puso en las manos. La Leyó  el viejo y  le dijo , Levántate, y pon la mano sobre mis ojos, y tu pecado sea sobre mi: solo quiero que no hagas caso de ella, porque no eres tu el que dices esto en tu corazón, sino el que lo oyes, y desde aquella hora fue sano el monje.


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