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el bienaventurado San Jerónimo, ciertos herejes persuadían que no había Purgatorio ni infierno, diciendo otros muchos errores contra las almas de los difuntos. Se le Apareció el santo Doctor Jerónimo a su discípulo Eusebio, que era el que defendía esta verdad, y le mandó a tomar el saco con que cubría su cuerpo en vida, y aquel púsielo sobre los cuerpos de tres varones, que al siguiente día habían de ser llevados a la Iglesia, a que les diesen sepultura, que ellos darían cuenta de lo que sucedía a las almas salidas de los cuerpos.
Y fue así, que al siguiente día, delante de todo el pueblo que para esto se había juntado, se hizo lo que el santo había ordenado, y al punto se levantaron los difuntos, y uno de ellos, aprobándolo los demás, dijo y declaró, como en apartándose el alma del cuerpo, si esta en gracia de Dios, y no tiene que purgar, vuela al cielo; y si muere en pecado mortal, desciende Al Infierno, y las que mueren en gracia de Dios, y tienen algo que purgar, están detenidas en el Purgatorio, hasta que satisfacen y pagan la pena que merecen.
Estos difuntos resucitados vivieron veinte días, predicando esto mismo con palabras y obras, haciendo penitencia para evitar las penas que se padecen en el Purgatorio.
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