La Virtud de la Castidad y su Poder para Aliviar las Almas

Fortalece, oh mi Señor, los corazones

 


Fortalece, oh mi Señor, los corazones de aquellos que Te aman, para que no sean atemorizados por las huestes de los infieles que se han apartado de Ti, sino que Te sigan en todo cuanto ha sido revelado por Ti. Ayúdales, además, a recordarte y alabarte, y a enseñar Tu Causa con elocuencia y sabiduría. Tú eres Aquel Quien se ha llamado a Sí mismo el Más Misericordioso. Ordena, entonces, oh mi Dios, para mí y para quienquiera que Te haya buscado, lo que corresponda a la excelencia de Tu gloria y a la grandeza de Tu majestad. No hay Dios sino Tú, el Siempre Perdonador, el Más Compasivo.

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