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“Os recomiendo además nuestra hermana Febes, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.” Romanos 16, 1
Hoy hay una agenda política de ciertos grupos dentro de la Iglesia que reclaman el diaconado para las mujeres basándose que en la primera Iglesia lo hubo. Si lo hubo, pero no fue diaconía ministerial, fue Diaconía de servicio. O sea, no se les daba el ministerio Apostólico del Diaconado a mujeres, se les daba la autoridad para un servicio a los cristianos. Esto no significa que la Iglesia discrimine a nadie pues jamás nadie le ha dado un lugar a la mujer como nosotros, siendo una mujer el ser humano más importante después de Dios en ella y estando los altares llenos de mujeres santas. Lo que cada cual a lo suyo y Dios en todo. La Iglesia no les da el Ministerio Apostólico a las mujeres porque no hay base bíblica, ni mandato apostólico para ello, pero no por eso piensa que la mujer es menos que el hombre y la carta " Mulieris Dignitatem" lo dice. Cuando le preguntaron a San Juan Pablo II porque no se les daba el Sacerdocio a las mujeres, el sinceramente dijo "no es que no queramos, es que no podemos". Cuando se le pregunto a Madre Teresa si quería ser Sacerdote dijo "no tengo tiempo de pensar en eso, tengo mucho trabajo". El Sacerdocio no es un derecho, es un Don.
Diaconía viene de la palabra griega diákonos que significa servidor. La diaconía se desarrolló en el mundo griego y romano refiriéndose a quienes sirven desde el punto de vista físico, material y corporal. Lo mismo ocurría en la cultura judía en tiempos de Jesús al considerar la diaconía cono servicio doméstico, realizado por esclavos, siervos y siervas, hombres y mujeres.
En este contexto cultural Jesús se refiere a sí mismo “ como el que no ha venido a ser servido sino a servir” (diakonos) ( Mt 20,28) y en la Última Cena luego de lavar los pies a sus discípulos les muestra el camino que también ellos deben seguir:” Si yo, el Señor y Maestro, les he lavado los pies también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13,14). Por su parte, Pablo dice de Jesús que “siendo de condición divina… se despojó a sí mismo tomando la condición de siervo” (Filp 2,6-7).
Sin embargo, entre los primeros cristianos, la diaconía no consideró sólo el servicio material y doméstico, también comprendió el área espiritual. En Hechos 6,1-6 se elige a siete diáconos para el servicio de las mesas (Hech 6,3), pero uno de ellos, Esteban, muere mártir predicando el Kerigma (Hech 7, 1-60) y Felipe otro de los siete servidores nombrados, anuncia la Buena Nueva a un eunuco y lo bautiza (Hech 8,26-39).
Los primeros cristianos llamaban diáconos a quienes cumplían cualquier cargo de servicio en la Iglesia y que debían ser un ejemplo de vida (1 Tim 3,8-13). Para ellos el diácono era un servidor como Cristo. El cargo en la Iglesia es por tanto un servicio.
Acá llegamos a las “diaconisas” de la Iglesia primitiva. Nunca se ha dicho en toda la Iglesia que estas tuvieran la orden apostólica ministerial del Diacono.
Ellas:
No sustituían a los sacerdotes
Se limitaban a ayudar a los sacerdotes. En algunos casos colaboraban con su asistencia a algunos sacramentos, como el bautismo de mujeres, pero nunca los celebraban.
Sus funciones
Cuidaban a los enfermos y visitaban a las mujeres enfermas, recibían a los fieles dentro del templo y se encargaban del orden durante los sacramentos, desvestían a las mujeres durante el rito del bautismo cuando este era por inmersión y de edad adulta, preparaban el pan y los vasos para la Eucaristía, etc.
En algunas regiones, eran necesarias por pudor
En Siria, el impulso hacia la creación de las diaconisas brotaba de la misma presión social: los hombres no podían presentarse en las casas de las mujeres para asistirlas; había además que guardar la modestia en el bautismo, que se hacía por inmersión y estando desnudos los bautizando.
Edad de las diaconisas
En la Didascalia, un texto cristiano del siglo III escrito en siriaco, se establece que las diaconisas debían tener entre 50 y 60 años.
Su desaparición
La práctica del bautizo de niños hizo que las diaconisas sean cada vez menos requeridas en la Iglesia y poco a poco desaparecieron.
Las últimas diaconisas
En el siglo XIII aún quedaban algunas diaconisas en Constantinopla, pero como una especie de reconocimiento honorífico, sin cargo o responsabilidad algo honorífico.
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