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"La institución del matrimonio civil os degrada y humilla. Con ella, los masones pretenden que ante un hombre vulgar que parodia ridículamente al sacerdote sacrifiquéis vuestra purísima corona de azahares.
Os hacen el poco favor de suponeros tan impuras que seríais capaces de entregaros a un hombre públicamente, a despecho de Dios y desafiando a la sociedad entera.
Os suponen tan poco dignas que dan por hecho que seríais capaces de acallar ese eterno grito de pureza que os manda santificar el amor de vuestra alma. Os suponen capaces de pedir a un hombre hijos, invocando no a Dios, sino a la naturaleza. Os suponen idólatras del placer y volviendo la espalda a Dios. Los masones.
sus posturas, os miden con el cartabón de su alma envilecida, os llaman para acompañarles en tanta miseria, os exigen que descendáis desde el pedestal de vuestra pureza al abismo de su prostitución. ¿Y todavía, creéis acaso que se han detenido ahí? ¿Creéis acaso que con la institución del matrimonio civil ese es todo el mal que proyectan haceros? Pues escuchadme aún.
En la institución del matrimonio civil no ha intervenido Dios; lejos de eso, lo reprueba porque han sido usurpados sus derechos sacrosantos. Luego, esa institución es puramente humana; por lo tanto, si es puramente humana, está destinada a caducar porque el hombre no puede hacer cosas eternas. Por lo tanto, si el matrimonio civil está destinado a caducar, resulta que no es indisoluble, porque cuando haya caducado será inútil, y cuando sea inútil, los casados quedarán solo civilmente en la categoría de simples amancebados, incluso a los ojos de aquellos que menos dudaban de su legitimidad legal. Pero aún no es esto..."
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