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Disputando también el santo Obispo Heleno con otro hereje, dijo: "Hagamos un fuego, y entre los dos en él, y aquella fe sea recibida, que defienda al que no se queme. Agradó a todos este acuerdo, y entró el santo Heleno primero, y estuvo sin lesión ninguna. Y como el hereje se negara a entrar en el fuego, el pueblo lo echó dentro por fuerza, y dando voces, el santo Heleno lo sacó y se fue muy afligido, y todos se confirmaron en la fe, y desde entonces tomaba el santo Heleno ascuas en las manos, y no le dañaban."
"Lo mismo refiere Paladio del Abad Còpre, que engañaba a un hereje a muchos cristianos con razones aparentes: fue a él, y le dijo: 'El Reino de Dios no está en palabras, sino en virtud; por tanto, aquella fe será verdadera, que el fuego no la queme, entremos ambos en el fuego, y el que no se queme, habrá probado ser su fe verdadera.' Dijo el hereje: 'Entra tú primero', y lo hizo así Còpre, y no se quemó. Y como el hereje no quisiera entrar, el pueblo lo arrojó dentro, y daba voces al santo Abad que lo librara, y entró por él, y lo sacó."
Sobre el santo Abad Còpre y los labradores:
"A este santo Abad le pedían los labradores que les bendijese la misma arena para sembrar en sus tierras, que eran fértiles en la vida de ellos, y con ella las fertilizaban. Y viendo esto el santo Padre Còpre, dijo: 'Vergüenza mía es que estos hombres me excedan en fe, y que ellos con su devoción fertilicen sus tierras, y yo no sea capaz de poner árboles en mi huerto, aunque sea estéril.' Y plantó árboles en su huerto, y nacieron, y dieron fruto."
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