"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

se conservaron después en perpetua castidad y se consagraron a Dios



De la madre de Dios fueron compañeras las vírgenes, que de corazón palabras y obras fueren vírgenes. Con santa Ana y santa María Magdalena se acompañaron las que, habiendo perdido la virginidad y reconociendo cuánto habían perdido, se conservaron después en perpetua castidad y se consagraron a Dios durante el resto de su vida. Y las viudas, que (como dice San Pablo) son verdaderamente viudas, que huyen de regalos, de hablar en exceso y de ser vistas, no son las muy adornadas y compuestas, porque estas viviendo están muertas; sino las mortificadas, las muy recogidas las muy humildes .

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