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Un abad en un monasterio siempre rezaba frente a un espejo,un monje que noto semejante azaña y se escondió detrás de unas cortinas para saber por qué el abad hacia esto.
Pero oh sorpresa ,al mirar el espejo al momento de la oración vio su rostro horrible como se un monstruo,
Salió corriendo a los pies del abad por el horror causado a lo que el abad respondió;
Enormidad y fealdad de la culpa, las mira como cosa y abominable; se juzga indigno de misericordia y
Te confunde y avergüenza haber sido tan curioso.
Con el espíritu de temor temes el castigo de la Divina Justicia.
–dice el monje joven llorando;
que haya yo venido a ser esclavo de tan vil pecado reconozco la gravedad del pecado, y cuán vil es, y que se ha hecho esclava suya y del demonio.
¡Cuánta vergüenza siento al verme afeado con tan horribles manchas!En mi rostro. ¡oh, vergüenza y la vileza de mi delito y la infamia o mancha que sobre mi cara he echado! No me atrevo a levantar los ojos, se le cae la cara de vergüenza.
Y el abad contesto;
Esto obra el natural tu arrepentimiento, pues en el sobrenatural, como el alma considera la fealdad de su culpa y los horrendos castigos que esta merece, y como advierte el Divino Juez muy irritado, ¡oh, cuánto se confunde de pudor y vergüenza!
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