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necesitas un buen hombre, que solo trate las mujeres , por pura necesidad, y que no pueda menos, como hombre de entendimiento, alejarse de la mala inclinación que tenemos todos los hombres, ni las quiere ver, ni hablar, ni tratar corporalmente las demas mujeres a menos que sea necesario. Aunque con los ojos del alma, y con su buen espíritu, esté siempre mirando y contemplando aquella celestial hermosura de la virginidad, limpieza y entera castidad que hasta al cuerpo hermoseándolo en todo, comunica y da esta nobilísima y generosísima virtud.
He conocido personas que tenían de Dios esta particular misericordia: que si llegaban cerca de una persona deshonesta, sentían un mal olor; y si llegaban a una persona casta, sentían olor del cielo. Y otros he visto, que mirando a una persona en la cara, entendían si era casta o deshonesta. Así pasa, sino que no quiero escribir en esta parte lo que hay, y lo mucho que sé; porque, como San Pablo dice, decir en tal cosa lo que pasa, es género de torpeza. Baste lo que he dicho, que dice mucho de esta noble y generosa virtud, que hasta al cuerpo le da nobleza, hermosura, vista y olor celestial. Y si son pocos los hombres que habrán visto todo esto en cuerpos de vírgenes viviendo, serán muchos los que lo habrán experimentado ya en los cuerpos muertos.
De santo Domingo virgen leemos que el día de la traslación de su santo cuerpo en Bolonia, salió de aquel cuerpo virgen tan grande abundancia de olor a rosas , que excedía a todas las cosas aromáticas . Y no hay para qué traer más ejemplos de cosas tan sabidas.
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