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Dos compañeros viajaban juntos, regresando a su patria, y sucedió que un día llegaron a una cierta ciudad en la que uno de ellos tenía un amigo, en cuya casa se hospedó, mientras que el otro se alojó en una posada con un mesonero, con la intención de continuar juntos su viaje al día siguiente. Ocurrió que, durante la noche, el mesonero, con la avidez de robarle el dinero, lo mató. Después de haberlo matado, se preguntaba cómo podría llevar el cadáver en secreto fuera de la ciudad para enterrarlo. Esa misma noche, el asesinado se apareció en un sueño al compañero que estaba durmiendo y hospedándose con el amigo, diciéndole: "Compañero, compañero, ayúdame, porque el mesonero me quiere matar". Después de unas horas, se apareció de nuevo.
Diciendo: "Ah, compañero, no me has ayudado, y he aquí que el cruel mesonero me ha matado." Después de otro intervalo de tiempo durante esa misma noche, apareció por tercera vez en sueños, diciendo: "Te ruego, compañero, ya que no me ayudaste a escapar de las manos del asesino, ahora estoy angustiado y el homicida está pensando en llevar mi cuerpo fuera de la ciudad para enterrarlo en los campos. Ya lo ha envuelto entre estiércol sobre un carro preparado. No permitas esto, te lo ruego por tu buena voluntad hacia mí, pero al menos procura que sea enterrado de la manera más honorable posible."
Al amanecer, el compañero despertó, y aterrado por el sueño, se levantó inmediatamente y fue a ver a su compañero. Preguntó al mesonero: "¿Dónde está mi compañero?" A lo que este respondió con las palabras de Caín: "¿Acaso soy yo su guardián? Se levantó y se fue, llevándose sus cosas; no sé a dónde ha ido."
El compañero permaneció un tiempo reflexionando sobre qué debía hacer, y mientras tanto vio en el patio un carro cargado de estiércol. Afligido por la imagen del sueño y al no encontrar a su compañero, meditó en silencio y, tras esperar un rato, preguntó de nuevo si su compañero había regresado. Le respondieron que no, que tal vez había continuado su viaje. "Bien", dijo, "si mi compañero viene, díganle que yo he adelantado mi viaje, que me siga." Y se dirigió directamente al Pretor, a quien relató lo sucedido con su compañero, dando detalles del carro cargado de estiércol y proporcionando toda la información necesaria.
El Pretor envió a sus guardias, quienes observaron a distancia para ver qué haría el mesonero. Creyendo el asesino que todo estaba calmado, ya que el compañero del muerto había partido, sacó el carro de la casa con dirección fuera de la ciudad. Los guardias lo observaron, se acercaron y dijeron: "¿Adónde vas, buen hombre? ¿Para qué es este estiércol? Tenemos la orden de interceptarlo." Volcando el carro en el suelo, encontraron el cuerpo del compañero muerto entre el estiércol. El asesino fue capturado y recibió el castigo apropiado por su atroz delito.
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