La hostia milagrosa de San Gervasio,

La hostia milagrosa de San Gervasio, en París. En 1274, cuatro años después de la muerte de San Luis, la villa de París fue testigo de una grande y divina manifestación de la presencia real. En la iglesia de San Gervasio, un malhechor robó durante la noche un vaso sagrado que contenía la Santa Eucaristía. Llegado el sacrílego a la plaza de San Dionisio, trató de romper el vaso, pero sus esfuerzos fueron inútiles y vio con horror que la Sagrada Hostia se levantaba del suelo y daba vueltas a su alrededor. Este suceso fue descubierto y Claro, aquí tienes el texto corregido:

Debido a su impiedad, y entregado a la justicia eclesiástica, y por esta al brazo seglar, el miserable recibió el castigo que merecía. La hostia milagrosa quedó suspendida en el aire en presencia de todos. Esteban, obispo de París, en cuyo territorio había sido sustraída la hostia, reivindicó el honor de recobrarla y organizó una solemne procesión a la cual fue convocado todo su clero. Por su parte, el abad de San Dionisio, Mateo de Vendôme, al frente de todos sus religiosos, se trasladó al sitio testigo del milagro, en la creencia de que, habiéndose verificado el prodigio en el territorio de su jurisdicción abacial, pertenecía desde aquel momento a la abadía de San Dionisio, y no a la diócesis de París, aquella sagrada y milagrosa prenda de la presencia real.

Encontrándose allí las dos procesiones, la santa hostia fue por sí misma a colocarse entre las manos del párroco de San Gervasio, siendo devuelta con gran pompa al mismo paraje de donde había sido extraída. Desde aquel día, todos los viernes del año se canta en la iglesia de San Gervasio una misa solemne en honor del Santísimo Sacramento, en testimonio de adoración y de reparación; y cada año, en el primer domingo de septiembre, día aniversario del milagro, se celebra en ella una suntuosa fiesta para honrar muy especialmente el misterio del Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía. Nótese el carácter público, oficial y completamente auténtico de este y de los demás pródigios.