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". San Nilo dijo: 'El que huye la multitud de gentes, huye las saetas de los demonios, pero el que se mezcla entre ellos recibe muchas heridas. Es mejor hacer vida solitaria en las plazas que, en el desierto, tener el pensamiento en las plazas.
Como dijo el santo Job, los justos saben hacer soledad andando entre los hombres, y allí tienen a Dios presente. Pero los imperfectos, de la soledad hacen plazas, trayendo el pensamiento por ellas.
Un monje fue a vender sus cestas y vio a un joven monje andar por las tabernas. Le dijo: '¿No ves que afrentas nuestro hábito y andas en peligro entre ruin gente?' Respondió el monje: 'Dios no mira sino la limpieza del corazón'. Entonces el viejo alzó las manos al cielo, diciendo: 'Gracias a ti, Señor, que cuarenta y nueve años hace que estoy en el desierto, y no he podido alcanzar la limpieza de corazón, y este la ha hallado entre las tabernas'. Esto lo dijo burlándose de él.
Nos enseñan también a huir de los peligros todas las criaturas, que deseando conservarse huyen de sus contrarios. Y pues no hay cosa tan contraria como el pecado a la gracia, por tanto no solo debemos huirle, sino también las ocasiones del pecado por la misma razón. Por lo cual decía el Sabio en Eclesiástico 12: 'Como de la culebra huirás del pecado'. Y en otra parte, en Eclesiástico 17, dice: 'Quita los estorbos y ora al Señor'. Como si dijera: 'Porque tú no los podrás quitar todos, ora a Dios que te los quite y aparte.
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