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Preguntó un monje al Abad José: "¿Cómo es que ya no vemos aquellas fuertes peleas contra los demonios,que solían tener los padres primeros?" Respondió:
"Nuestras voluntades y codicias se han vuelto demonios, y ellos no tienen necesidad de pelear contra nosotros tan fuertemente como lo hicieron contra los antiguos que eran perfectos."
Luego compartió esta parábola: "Los cedros decían: '¡Qué grandes somos!', pero una pequeña segur nos derriba, y del monte sale el astil con que nos corta. No demos nosotros nuestro consentimiento a las tentaciones, que es el astil, y no seremos derrocados." (Fuente: "Abad Pastor")
Y el Abad Pastor dijo: "Los Apóstoles no entendieron lo que Cristo les dijo: 'El que tiene túnica, compre cuchillo', y le mostraron dos cuchillos, pensando que los quería para guerras corporales, pero el Señor quería armarlos para la milicia espiritual, de la cual dijo Job: 'La vida del hombre sobre la tierra es una guerra'."
Un día, el Abad Juan Breve fue a ver al Abad Pastor y le dijo: "Dios me ha quitado las peleas y me ha dado paz, porque se lo he pedido." El Abad Pastor respondió: "Vuelve a Dios y pídele que te devuelva tus peleas, para que no te vuelvas negligente." Fue entonces al Señor y le dijo lo que el Pastor había dicho, y el Señor respondió: "Tiene razón." Y le devolvió sus tentaciones, porque así como la teja cocida puesta en el tejado se defiende de las aguas y protege a los que están debajo, de la misma manera, el hombre ejercitado en las peleas espirituales sabe defenderse a sí mismo y a los demás.
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