Querer suprimir Lourdes sería cometer un crimen contra la humanidad.

 El conocido escritor francés Zola, que en 1892 llegó disfrazado de peregrino a Lourdes para recopilar material para un nuevo libro.

 Lleno de admiración por los milagros de los que fue testigo, expresó su asombro con las siguientes palabras: "Lourdes es el centro de la bondad, la caridad, el sacrificio y la devoción; allí se debe peregrinar para encontrar consuelo y esperanza.

 Querer suprimir Lourdes sería cometer un crimen contra la humanidad. Por eso prometo no decir nada que pueda avergonzar a sus amigos." ¿Y cómo mantuvo este hombre su promesa? Dos años más tarde, publicó un libro en el que atacaba y ridiculizaba todo: la religión, el sacerdocio, las apariciones de la Santísima Virgen, Bernadette, el obispo Laurense, los misioneros de la gruta, los enfermos, los peregrinos, El libro es un largo tejido de blasfemias, mentiras y distorsiones, y todos los corazones honestos se llenan de repugnancia ante tal obra.

Los que pisotean lo más sagrado que es la iglesia católica, criaturas miserables que no tiemblan ante un Dios justo, que con furia fanática y diabólica en palabras y escritos denigran de la manera más vergonzosa a la Iglesia de Cristo y buscan llevar a sus hijos a la apostasía.arderan en el infierno.

señalo la oleada de héroes de la libertad que no es más que la perdición .continuamente en escritos, discursos y calumnias esparcen el veneno de sus perniciosos principios para embaucar al sencillo y honrado trabajador y robarle lo más precioso que posee: la nobleza de su alma inmortal. Y ¿no es aún más triste que entre estas personas haya tantas –Dios conoce su número– que una vez fueron acogidas en el seno de la única Iglesia que da la salvación, que durante un tiempo se adhirieron a ella como hijos fieles y ahora se alzan con arrogancia contra el ser supremo, contra un Dios airado, y desafían su justicia de manera insolente y vergonzosa?