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Santa Gertrudis dice pues ; Saludado yo las preciosas llagas del Cuerpo de Cristo , recitando este versículo seis veces : A ti te doy la gloria , suavísima , dulcísima , noble , excelente resplandeciente , y siempre pacífica Trinidad , por las rosas de las heridas de Cristo , que fabricó su ardiente Amor .
se le apareció un día Cristo con el rostro más resplandeciente que los Ángeles , en cada herida con muchas rosas de oro , que en grato retorno amorosamente dijo a la Santa : Con estos resplandores que delante de ti me presento , me verás en la hora de tu muerte , ameno , y con estas olorosas flores , que con tu salud.
Salutación, has adornado mis heridas, adornaré yo todas tus negligencias cometidas, y de todos aquellos que imitaran tu devoción; hasta aquí el favor de Cristo.
¿Qué más puedes tú desear para el socorro de las Almas víctimas de las llagas del Salvador, y para consuelo de tu Alma?
Oye otro regalado favor que hizo a la Santa en otra ocasión, y fue, que desclavando el brazo derecho de la Cruz, abrazándola tiernamente puso sus labios en la herida de su Costado, para que la odorara, y bebiese aquel suave licor de los Cielos.
Respondió la Santa, cierto amantísimo Señor cuando veo, que con vuestra sierva indigna usas tales favores de vuestra ardiente caridad, me hallo con suficiencia, y quisiera para ser agradecida aprender alguna breve oración, y que también, como de tan celestial Maestro la aprendieran los hombres. Entendió entonces por Divina revelación, que todos aquellos que con devoción recitaran estos versículos merecerían su gracia: Jesús Salvador del Mundo, oye a quienes, aunque miserables, no es imposible tu Misericordia. Otra: óyenos Señor, que por tu Cruz redimiste al Mundo. Otra: Salúdote Jesús, Esposo dulcísimo, Con el gozo de tu Divinidad y la ternura de mi corazón, adoro esas sacrosantas heridas. Finalmente, un día la Santa postrada a los pies de Cristo Crucificado, dando muchos besos a sus llagas, pidiendo por la salud de un Alma, vio que del corazón de Cristo manaba un río de sangre, que quedó ensangrentado todo su Oratorio, dándole a entender con aquella demostración milagrosa que le había sido de mucho agrado su petición.
De donde se infiere que si con todo tu afecto te aplicas a la meditación de aquellas soberanas llagas, recogerás como de purísimas fuentes, copiosas las aguas de tu fe. Y para aquellas Almas que con ardiente fe las desean. ¿Qué más? El Beato
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