"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

"Señor, que vea; que me dé cuenta de mi mendiguez, que estoy mendigando;



Decir a Jesús: "Señor, que vea; que me dé cuenta de mi mendiguez, que estoy mendigando; ¿por qué estoy así? ¿Cómo es posible que yo esté en una actitud de depresión o de tristeza? ¿Qué tan mendigo soy?" O sea, ¿me creaste para la mendiguez? Hermanos, Dios, cuando nos diseñó, nos hizo a su imagen y semejanza, y Dios no es ningún mendigo ni un miserable. Si Dios nos hubiera hecho a su imagen y semejanza y Dios fuera un miserable, entonces te creo que te presentes y andes por la vida en la miseria afectiva y emocional, y andes mostrando tus carencias anímicas porque eres una criatura miserable. No, mis hermanos, el cristiano católico nunca debe decir: "Soy un miserable." No debes andar como el ciego Bartimeo, sentándote en tu vida a pedir limosna, a pedirle limosna al psicólogo, al psiquiatra, al curandero, al hijo que está enojado contigo porque no le das para la droga, o al esposo que está molesto porque vas a misa, o lo que sea. Hermano, no sé qué puedas estar viviendo, pero date cuenta: tú no eres un miserable.

Todas las personas que tienen problemas anímicos, quítate de la cabeza lo que te digan los psicólogos que tienes enfermedades mentales. No tienes ninguna enfermedad mental y no tienes ningún trastorno mental; tú tienes desórdenes anímicos que lo único que están haciendo es mostrar la miseria que tú crees que tienes y que tú eres. ¿Qué le pidió el ciego a Jesucristo? "Señor, que vea; que me dé cuenta de mi miseria, de estarme sentando como un limosnero sin hacer nada, esperando la vida de manera pasiva." No, que me dé cuenta, y por eso el Señor le dijo: "Tu fe te ha sanado." Y el hermano se levantó viendo. ¿Y qué fue lo primero que vio? A Jesús. ¿Y qué es lo que hizo después de que vio a Jesús? Lo siguió. Se dio cuenta, vio que la miseria se la creó él mismo. Su miseria se la creó él, porque ningún ser humano es miserable. Ni tú ni yo somos miserables. Somos grandes, somos príncipes, somos hijos de Dios. Nunca andes diciendo, ni tampoco andes por la vida, como un miserable emocional.

A mí me da tanta tristeza, en verdad se los digo, me da tanta tristeza cuando yo veía reflejado en mis pacientes —que lo vuelvo a decir aquí, siempre lo he dicho— el 98% de mis pacientes provenían ya de estar atendiéndose con psicólogos y con psiquiatras. Los veía yo miserables, hermanos. No en el sentido despectivo y que yo pudiera estar por encima de ellos, no. Yo decía: "Ve esta grandeza, el ser humano es una criatura perfecta de Dios. Somos los únicos que fuimos hechos a la altura de Dios y mira cómo se ve esta persona." "No, padre, pues es que el psicólogo me dijo que yo era un depresivo y que incluso era un suicida, que mi vida no tiene sentido, y de ahí me mandó con el psiquiatra y el psiquiatra me dio pastillas y me dijo que yo tenía una enfermedad mental que iba a tener que aprender a vivir con ella lo que resta de mi vida." ¡Qué miserable, miserable el psicólogo que te dijo eso!

Comentarios