todos ellos como víboras y cuervos



 En un sueño del infierno Entre a un laberinto y vi una hilera de presos, cargados de prisiones, con memoriales en las manos, desconsolados. 

 luego vi a un hombre que parecía un azotado, según sus gestos y bullicio. Pregunté al hombre quién era, y me dijo que era el Engaño, que hacía de portero y que me permitiría ver en qué se ocupaba. 

Así lo hice, y observé a jueces, abogados, relatores, procuradores, escribanos, agentes, porteros y carceleros, todos ellos como víboras y cuervos, ansiosos por sacar los ojos y oscurecer la vida del pobre y desconsolado preso. 

¡Valgame Dios! -dije-, ¿cómo es posible que después de haber nacido en este laberinto del mundo no haya visto esta casa antes? 

Para que veas', respondió él, 'la confusión que hay dentro, entra y pide a Dios fuerzas y memoria para poder contar lo que verás y oirás, para sacarte de algunas dudas, te acompañaré yo. 

Con esto pisamos la lona y en el primer pórtico había letras que decían: 'Para el pobre es sepultura'. Luego, al ir entrando, algunos personajes graves los enviaban por diferentes partes de donde estaban los presos. 

Vi a un venerable hombre que llegándose al engaño le dijo por qué no dejaba pasar a los señores por donde estaban aquellos pobres presos, para que diesen sus memoriales y refrescasen con ellos las mortales memorias de sus causas, para que, vistas, los despenasen de tanta esclavitud. 

¿Quién os mete a vos?', dijo el Engaño, 'en procurador de pobres, que así procuráis por ellos, y que los señores hayan entrado a visita sin recibir sus memoriales, y que su prisión sea larga y llena de penas, y que a sus causas jamás les llegue la hora de verse, que lloren y giman y vos sintáis su afán'. 

Con esto desaparecieron estos dos personajes y luego volvió el Engaño con un grueso bastón y llegándose a los presos los empezó a dar de palos, diciendo: 'Adentro a encerrar quien no es de visita'. Obedecieron al punto y volviendo a él el anciano le dijo: 'Ven acá, culebrilla, que de nube serviste a Eva, y así gran geste el nombre de engaño, para que ultrajes con palabra y obra a esos pobres hombres. 

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