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Martinus Delrio informa que hace unos pocos años ocurrió un hecho en un cierto Colegio de Religiosos: Había un laico que, durante el día, solía enseñar a los niños los rudimentos del Catecismo. Esas mismas ideas le volvían mientras dormía, de manera que en sueños también enseñaba,
Exhortaba e increpaba a los niños con la misma vehemencia y fervor con que lo hacía cuando estaba despierto, perturbando así el sueño de los vecinos. Por tanto, otrott laico que vivía cerca de él se lo había advertido frecuentemente: Un día, en broma, le amenazó diciendo que si volvía a gritar de esa manera, se levantaría, iría a su habitación y lo azotaría con una cuerda hecha de nudos.
¿Qué hizo Gundisalvo (así se llamaba)?
Se levantó alrededor de la medianoche mientras dormía y, tal como estaba acostado, se dirigió al cuarto del hermano del colegio, llevando en la mano unas tijeras, y fue directamente a la cama del otro, que había sido quien le había amenazado. Ve la providencia de Dios: la Luna brillaba, y la noche estaba clara sin nubes, y el hermano estaba despierto; al ver que se acercaba, inmediatamente se arrojó de la cama por el lado que estaba un poco más lejos del muro. Dormido, Gundisalvo se acercó a la cama, golpeó el colchón tres o cuatro veces con las tijeras y enseguida regresó de donde había venido. Al amanecer, interrogado, negó recordar nada, ni haber hecho tal cosa, ni haberlo siquiera pensado, excepto que había considerado que, si el otro se acercaba con el látigo, lo espantaría con las tijeras.
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