Aquí no entran los negligentes

 El abad Atanasio un día en su corazón se preguntó: "¿Qué será de los que luchan?". Fue colocado en éxtasis y vio a un monje que le dijo: "Ven y sígueme". Fue llevado a un lugar lleno de luz y claridad junto a las puertas del paraíso, pero estaban cerradas. Desde afuera se oían las voces de alabanza de los santos al Señor. Llamó a la puerta y desde adentro respondieron: "¿Quién eres?". Él dijo: "Atanasio, que quisiera entrar". Le dijeron: "Aquí no entran los negligentes. Si quieres entrar, ve y lucha, y menosprecia el mundo".