- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
El Abad Anub vio un día a un monje negligente, y lloró diciendo: "Ay de mí, que como este está hoy, estaré yo mañana". Y dijo a su discípulo: "Aunque veas a uno pecar, no le condenes, sino mira por ti". Y decía: "Con tres lanzas atravesó Joab a Absalón; así hace el demonio a nosotros con concupiscencia, negligencia y olvido, porque el amor de las criaturas nos ocupa en ellas y nos desocupa de las cosas de Dios, y poco a poco nos trae a olvidarlas.
Pero nuestro deber es, mediante el favor de Dios, no consentir con él, y si fuéremos negligentes, nos ocupará el alma con tantas inmundicias, que no podamos entrar dentro de nosotros".
Nuestro padre Ignacio de Loyola tenía este remedio cuando venían algunos hombres ociosos a gastar el tiempo: les hablaba fuertemente del juicio, muerte e infierno, y de cosas semejantes, para que se aprovechasen, o no volviesen más a gastarlo.
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Comentarios
Publicar un comentario