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Dice fray Ligorio Capuchinos se relata la historia de un individuo que era considerado una persona virtuosa, pero que confesaba mal. Cuando enfermó gravemente, le aconsejaron que se confesara. Hizo llamar a un cierto Padre y le dijo de inmediato: "Padre mío, di que me he confesado, pero yo no quiero confesarme". El Padre, sorprendido, le preguntó por qué. El enfermo respondió: "Porque estoy condenado, ya que nunca me he confesado completamente de mis pecados. Dios, en castigo, ahora me priva de poder confesarme correctamente". Tras decir esto, comenzó a emitir aullidos terribles y a destrozarse la lengua, diciendo: "¡Maldita lengua, que no quisiste confesar los pecados cuando podías!". Se destrozó la lengua, aullando horriblemente, y entregó su alma al demonio. Su cadáver se volvió negro como el carbón, y se escuchó un rumor con un olor intolerable.
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