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Dios, y con humildad le pidamos nos libre, porque así como el navío sin timón no puede gobernarse, así es el hombre sin humilde conocimiento. Y cuanto uno más se acerca a Dios, tanto más se conoce a sí mismo. Como cuando Isaías (Isaías 6) vio a Dios y dijo: "Ay de mí, que soy pecador". Esto dijo Marqués de Valeria.
Almachio, juez, se burlaba de los cristianos, no porque trabajaban y llevaban una vida humilde, y respondió Valeriano: Había unos ociosos en una ciudad que se burlaban de los labradores porque sembraban y trabajaban. Y respondieron los labradores: Ahora vosotros os reís y cantáis como las cigarras, pero llegará el invierno de la hora de la muerte, y entonces nos reiremos de vosotros, cuando cosechemos nuestro trigo, y lo pediréis como las cigarras a las hormigas, y no lo llevaréis.
Cuando Silvano, monje, fue negligente, decían Pacomio y los otros monjes a Pacomio: Échalo del monasterio, que desedifica a los otros. Pero él, como buen pastor, cultivó la tierra, y regándola con exhortaciones convenientes, Dios le infundió tanto dolor y lágrimas que apenas se podía confesar, y se espantaba de que la tierra no se abriera y lo tragara, y así venció con diligencia después a todos.
Climaco refiere del Abad Juan, que decía: "Tres males hacen los superiores que no ejercitan a sus súbditos, aunque sean más antiguos. Primero, que no les hacen merecer todo lo que pueden.
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