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El negligente apenas tendrá virtud, y en vano ora a Dios, pues no obedece los mandamientos del Señor. Arsenio dijo: "Cuando la lámpara arde, no osa el ratón acercarse a chuparla, porque se quemará; así, quien anda en fervor no permite que el demonio le ponga vanos o inútiles pensamientos. Pero cuando hay negligencia, entonces de acaba toda la devoción, y se ponen otros pensamientos, y se enciende su fuego, y se cumple lo que el Profeta dijo: 'El fuego se tragó lo hermoso del desierto.'"
Conviene pues tener encendido en el corazón el fuego que Cristo vino a encender en la tierra, y que tengas cuidado y diligencia de echar aceite de buenas obras, para que tu lámpara no se apague, para que cuando viniere el Esposo, le puedas salir a recibir y entrar con él en las bodas.
Dijo un monje al viejo: "Flojamente ando". Respondió el viejo: "De esa manera serás como la puerta de la ciudad abierta, que todos cuantos quieren entran por ella. Así se entrarán en tu corazón todos los pensamientos seglares. Pero si fueres diligente portero de tu corazón, mirarás quién entra o sale, y a los amigos admitirás, y a los enemigos desecharás. Pero no teniendo esta discreción diligente, está claro que tienes paz con tus enemigos."
También se dice allí del Abad Maquetes, que decía: "Todos navegamos por el mar de este mundo, pero los religiosos navegamos por mar seguro, y los seglares por mar más lleno de bajíos y peligros. Pero acontece muchas veces que la diligencia del seglar en orar al Señor, le hace vencer todas las dificultades, y la negligencia del religioso, y su falsa seguridad, le hace peligrar; por tanto, procuremos llegarnos a Dios."
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