- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Oh amorosísimo Dios y Señor mío, ¡qué gracias te daré en este dichoso día en que de hijo de ira y esclavo del demonio pasé, por el santo Bautismo, a ser hijo tuyo y heredero del cielo! ¡Qué méritos hallaste en mí para sacarme de las sombras de la muerte, dar a mi alma la vida de la gracia y ataviarla con las preciosas joyas, dones y virtudes del Espíritu Santo! ¡Tantos que te correspondieran mejor están todavía sentados en las tinieblas del error! yo, quizás el más ingrato de todos, fui preferido a ellos, alumbrado con la luz del Evangelio y escrito en el libro de la Vida. ¡Oh! Canten los ángeles y santos tus misericordias para conmigo, y ayúdenme todas las criaturas a darte gracias por tan insigne beneficio. Mas una condición pusiste, Dios mío, a este señalado favor: que yo renunciase a Satanás, a sus pompas y obras, y abrazando la santa fe católica perseverase en tu divino servicio fiel hasta la muerte. Así lo prometí entonces por boca de mis padrinos, pero ¡ay de mí! ¡Qué mal he cumplido tan santas y augustas promesas! Dando oídos a las seductoras máximas del mundo, me pasé a las filas de Lucifer; fui en pos de placeres y divertimientos profanos; corrí tras las vanidades, honores y riquezas, que son las pompas del demonio.
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Comentarios
Publicar un comentario