"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

nunca más tuvo tentación de carne.

 


Paladio dice del Abad Helias, que tenía un monasterio de mujeres de trescientas monjas, y comenzó a ser tentado de carne vehementemente, y salió del monasterio llorando por el campo, y decía: "O sáname, Señor, o mátame". Y fatigado, se sentó y se durmió. 

Se le Apareciéron tres ángeles, y díjeron: "¿Adónde vas, Helias?". Y respondió: "Huyo de la tentación". Y dijo uno de ellos: "Si te sanamos, ¿cuidarás de las monjas?". Respondió que sí, dijo el ángel, "por aquel que cuida de ti, que cuidarás tú de las monjas, y  te sanaremos.

 Lo Juró Helias, y los dos ángeles le asieron uno de los pies, y otro de los brazos, y el tercero con una navaja le cortó cierta cosa de sus entrañas que ardía, y le dijo: "¿Has sentido provecho de esta cura?". Respondió: "Mucho". Y se levanto sano, y volvió al monasterio, y tuvo cuarenta años cuidado de él, y nunca más tuvo tentación de carne.



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