¿qué penitencia impondrán a estos?

 


Geronimo Gracian refiere que en la Ciudad Jubileo de Valladolid, cierto hombre, durante las noches, pasaba por un cementerio llamado de la Virgen, donde se arrodillaba y la saludaba con la oración del Padre Nuestro y el Ave María, rogando por las almas de aquellos que allí estaban enterrados. Sucedió que, al encontrarse con sus enemigos, estos lo atacaron ferozmente con espadas, viéndose él en gran aprieto. Entonces, saliendo de aquellos sepulcros, un ejército de almas, armadas con asegures montantes, acometió contra los enemigos de su devoto, poniéndolos en huida. 

Quedando libre de sus manos y reconociendo este favor cuando se vio a las puertas de la muerte, tanto del cuerpo como del alma, procuró aumentar las oraciones y sufragios, uniendo a la mejora de su vida una ardiente devoción a sus bienhechoras, quienes lo defendieron de sus contrarios. Por lo cual, muchas personas devotas usan, para las ocasiones que se les presentan en esta vida, una variedad de oraciones, a imitación del Reverendo Padre Alexo de Salo, quien afirmaba de sí mismo que para alcanzar alguna cosa del cielo, se ponía en cruz y, habiendo rezado cinco ...Padre Nuestros y cinco Ave Marías por las ánimas de los difuntos, lo conseguía. Añadía que cuando le sobrevenía algún caso grave, descendía en su consideración a aquel lugar de penas y hallaba feliz despacho, imponiéndose por sus defectos alguna penitencia en obsequio de las ánimas, y así las ayudaba con este socorro.

No dejo de aplaudir la industria de algunos peritos confesores, no solo útil a los penitentes, sino también a los difuntos. Si alguna vez se encuentran con un pecador a sus pies, lleno de enormes culpas, ¿qué penitencia impondrán a estos? Ya se ve que ha de ser a la medida de sus graves pecados, pero si a ellos les parece sobre sus fuerzas, que no la harán o no la admitirán, sería bueno entonces darles una penitencia breve y saludable, y mandar al penitente que a la noche vaya al cementerio donde está enterrado su padre, hermano, amigo o pariente. Allí, puesto de rodillas con devoción, le diga cinco Padre Nuestros y cinco Ave Marías, repitiendo algunas veces estas breves palabras: "No permitáis, Dios mío, que yo viva ni muera en pecado mortal" o estas otras: "¿Qué será de mí ?"

Mi Señor, después de acabados mis días, cuando mi cuerpo esté cubierto de tierra, y es cierto, como dice el Espíritu Santo: "Acuérdate de tus postrimerías, y nunca pecarás." Este dicho, entre los horrores de la noche y del lugar, será ocasión de mucho merecimiento. Y, de verdad, estas devociones ejercitadas a su tiempo moverán mucho los ánimos para componer las costumbres.

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