Si oyeres el sonido de las campanas que tañen a difunto

 


El Reverendo Padre Catón, en uno de sus sermones, predicó un día que una señora dada a las galas y delicias de este mundo llegó a sus pies. 

Habiéndola confesado, se resistió a la penitencia que le impuso. Dijo el cuerdo confesor: "Pues yo le daré otra más ligera", y le mandó que siempre que se lavase las manos dijera estas palabras: "Esta carne, que estás tocando, pronto se verá pasto de los gusanos". 

No fue necesario más para que en breve tiempo dejase sus vanidades y siguiera el camino de la virtud. De mucha utilidad puede ser un prudente confesor para reducir un alma a mejor vida, que como médico S abe que medicina necesita el achaque de un enfermo pecador, así curó la vanidad de esta mujer con la memoria del polvo y su aliño con los gusanos del sepulcro. Esta consideración, bien aplicada por las almas, puede servir de mucho alivio a sus fatigas. Para este fin, podrás recitar algunas veces el Salmo de David, "De Profundis", especialmente cuando te vas a reposar en la cama. Acuérdate entonces de que te acomodas en tu sepulcro, tratándote como muerto. Cuando te acercas al fuego, piensa cuánto mayor y más intenso es el que abraza a las almas.

 Si oyeres el sonido de las campanas que tañen a difunto, considera que vienen por tu cuerpo para llevarlo a la sepultura. Finalmente, cuando te hallas en algún cementerio o asistes a los oficios de los difuntos, o alguna otra ocupación piadosa, concluye con el Salmo "De Profundis", aplicándolo todo por las almas de los difuntos. Moverás aquel corazón divino para que use de misericordia con ellas, que esperan este alivio

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