Soberano Señor y Padre universal de los vivientes

 


Soberano Señor y Padre universal de los vivientes, que, aunque indigno, queréis serviros de mí como de instrumento para la generación de nuevos seres, hijos vuestros y míos, que os alaben eternamente. ¿Qué gracias os daré por tan señalado beneficio? Ya que os habéis dignado constituirme representante vuestro en la tierra para con mis hijos y dependientes, haced, Señor, que os represente no solo en la autoridad, sino también en la providencia amorosa que ejercéis con todos, y en la misma santidad, siendo yo fiel copia de vuestras virtudes. Sí, Dios mío, viva yo de tal suerte en la sociedad, que nunca me avergüence de profesar vuestra doctrina delante de los hombres; y ajuste mi conducta.

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