el olivo representa la congregación de los cristianos


Una de las más célebres apariciones con las que la Reina del Empíreo ha ilustrado y honrado al Universo, , tuvo lugar en Barcelona en el año 1218. No solo se manifestó a uno, sino a tres célebres varones, cumpliéndose así lo que dice el Evangelio: "En boca de dos o tres testigos constará toda palabra". 

La verdad no necesita más apoyo que el de dos o tres testigos. Dado el elevado estatus del Señor Rey Don Jaime, San Pedro Nolasco y San Raimundo de Peñafort, el crédito de esta aparición queda bien respaldado. Dado que a los tres se les concedió la misma visión, relataré la experiencia personal de uno de ellos, que fue San Pedro Nolasco, del cual confieso ser devoto con cierta peculiaridad.

San Pedro Nolasco ardía en ese eterno fuego de caridad, con un intenso fervor de compasión por los pobres cautivos, para cuya redención había dedicado una gran parte de sus riquezas. En una noche (si es que se puede llamar noche a la que estuvo tan iluminada por el sol), mientras oraba, la Divina Reina se le apareció rodeada de rayos de luz, vestida de blanco y con un rostro risueño y amable. Con labios de clavel, le dijo: "Querido y amado hijo Pedro, 

¿has visto el olivo al que humanas y despiadadas manos arrancaban? Sabiendo que el olivo representa la congregación de los cristianos, tan fieramente perseguidos por los sarracenos, quiero comunicarte dos cosas: la primera, he aceptado con especial cariño las redenciones realizadas hasta ahora por ti, ya que cuando tú orabas, Yo presentaba tus plegarias a mi Hijo, quien ahora me envía para comunicarte la segunda cosa. Será de su agrado que se establezca una orden religiosa con el título de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos. Aquellos que pertenezcan a esta orden tendrán la obligación, si es necesario, de quedarse como rehenes en lugar de aquellos que estén en peligro de perder la fe. Además, llevarán un hábito blanco como símbolo de mi pureza."

"A ese tiempo, les llegó órden del rey para que subieran al palacio, donde todos se confirmaron en la visión y manifestación de la voluntad de Dios y de la gran Reina. Por instantes se puso en ejecución la fundación de una religión tan célebre como la de los Mercenarios, a quienes tantos deben su libertad y cada día salen de aquellas penosas mazmorras. Para que se divulgara más esta tan célebre aparición, el Señor rey Don Jaime mandó hacer una gran fiesta en Barcelona, en la que se predicó y divulgó el día de San Lorenzo esta gran fineza con la que la misericordiosísima Reina favoreció a la cristiandad, a la religión y a su Santo fundador. 

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