"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

Dios en tu corazón, y tu corazón en él

 

La verdad es que el temor de Dios no debe ser algo superficial, que se desprenda cuando llegue la tentación, sino un temor clavado en el pecho, como lo pedía David.

 y si el motivo era el temor de sus juicios, "¿cuál ha de ser el tuyo, adúltera? No hay otro medio para evitarlo, que desde ahora clavar este temor de Dios en tu corazón, y tu corazón en él, como Susana, que se resolvió a perder la vida y la honra suya, y de los suyos, por no cometer un adulterio, que no lo habría de saber la tierra, y nada temió, según Crisóstomo, por temer solo a quien nada se le esconde, que es Dios; y esta honrada generosa determinación le valió no perder la honra y vida, con que le amenazaban, y ganar para con los hombres honras mientras el mundo sea mundo, y para con Dios honra y alabanza mientras Dios sea Dios. 

Ya pues, oh casada, te mostré el agua y el fuego, extiende tu elección la mano, o al agua de la pureza, que te salve, o al fuego de la lascivia, que te abrase y te condene. Dios, que es verdadero por naturaleza, "Deus verax est" (Juan 3.)

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