La Boda de los Ángeles caídos

diablo no puede hacer más que ladrar desde lejos



No te asustes del hombre airado y de tremenda condición, porque nunca podrá ofenderte. En los bienes del alma, ninguno tiene poder ni fuerza: el cuerpo con más débiles armas se deshace, y tal vez es más suave la crueldad del puñal que la blandura de una hectica; y siendo preciso el morir, es locura temer el modo.
 Búrlate de los asesinos, salteadores y patrones: lo más que se cuenta de sus atrocidades es que quitaron la vida y la hacienda; nada de estos bienes es tuyo, Dios te ejecuta por sus bienes, y te los puede enviar a pedir por el ministro que fuere su voluntad. 
Los duendes, brujos, hechiceros, difuntos y diablos son cocos para hacer dormir o callar a los niños. No hay espíritus más desacreditados que los del purgatorio y el infierno. De todos nuestros vicios, echamos la culpa al demonio, y el pobre diablo nunca hace ni puede hacer más que ladrar desde lejos. Apenas hay nieto en el mundo a quien no le haya aparecido su abuela, ni pastor que no haya visto a su amo después de difunto: y según el número de apariciones que nos cuentan en cada lugar, hoy estuviera desierto el purgatorio, y poblado el cielo, y la tierra de almas en pena, que así las llama la vulgaridad.
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