La Boda de los Ángeles caídos

"El Rescate de la Luz: La Intervención Divina en el Bosque Oscuro"



En un antiguo pueblo, la iglesia abandonada y su ominoso manuscrito habían dejado una sombra de terror. Lucía, tras descubrir el manuscrito "Omnis Homo Mendax" y advertir a su amiga Ana sobre los peligros de confiar en los hombres, no podía imaginar la magnitud de la amenaza que enfrentarían.

Esa noche, Ana recibió un mensaje de un hombre que parecía un buen partido, pero Lucía sabía que las advertencias del manuscrito eran más que simples palabras. Ana, impulsada por la esperanza y la curiosidad, aceptó la invitación para una caminata nocturna en el bosque.

Mientras se adentraban en la oscuridad, el hombre reveló su verdadera naturaleza. Con una sonrisa siniestra, comenzó a acercarse a Ana, cuyos gritos de desesperación resonaron en el bosque. Justo cuando todo parecía perdido, Lucía llegó corriendo, siguiendo el rastro de la angustia de su amiga.

Pero en el momento crítico, una luz celestial emergió del cielo. Una figura resplandeciente apareció entre los árboles: era Jesús. Con una calma serena y una presencia que irradiaba paz, Jesús se interpuso entre Ana, Lucía, y el hombre monstruoso.

El hombre, al ver la figura divina, se detuvo en seco, y su expresión de maldad se tornó en terror. Jesús extendió su mano, y una luz poderosa envolvió al hombre, disipando sus intenciones malignas. La figura siniestra se desvaneció en la oscuridad, incapaz de resistir el poder de la luz divina.


Lucía y Ana, atónitas y temblorosas, se acercaron a Jesús. Él les sonrió con compasión y les dijo: “No temas, pues siempre estoy contigo. La verdad y la luz siempre prevalecen sobre la oscuridad.”

Con un gesto de su mano, Jesús iluminó el camino de regreso al pueblo, guiándolas con su luz. A medida que caminaban hacia la seguridad, las palabras del manuscrito y el miedo se desvanecieron, reemplazados por un profundo sentido de paz y gratitud.

Al llegar a casa, Lucía y Ana comprendieron que la verdadera protección no solo se encontraba en las advertencias, sino en la presencia divina que siempre vela por quienes buscan la verdad y la justicia. El manuscrito, al ser quemado, ya no tenía poder, pero el recuerdo de la intervención de Jesús les dio una nueva esperanza y fortaleza para enfrentar cualquier desafío futuro.

Así, en el pequeño pueblo, la luz de Jesús no solo rescató a dos almas en peligro, sino que también trajo una renovada fe y confianza a todos los que escucharon su historia.

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