"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

"El Juicio del Borracho"

 


Era una noche oscura y húmeda, con la bruma abrazando las estrechas calles de un pueblo olvidado. Caminaba tambaleándome, el frío viento mecía mi abrigo mientras intentaba encontrar mi camino de vuelta. El eco de mis propios pasos parecía más ruidoso de lo habitual, y la sensación de estar siendo observado comenzaba a crecer en mi pecho.

borracho, os engañáis", murmuré para mí mismo, tratando de convencerme de que no había perdido el control. "Jamás tuve para sustentar tal desmán", repetía como si esas palabras pudieran protegerme de lo que sentía acercarse.

De repente, una voz rasposa rompió el silencio. "¡Mientes!", exclamó alguien desde la oscuridad. Me giré bruscamente, y allí, entre las sombras, apareció una figura esquelética, su rostro distorsionado por una sonrisa burlona. "En cuanto has dicho, mientes. Eres el mayor borracho de estos suelos", continuó, sus palabras impregnadas de una extraña autoridad, como si conociera cada rincón de mi alma.

Intenté responder, pero las palabras se enredaban en mi lengua. No podía distinguir si la criatura frente a mí era real o un producto de mi mente alcoholizada. El corazón me martillaba el pecho, y sentí un frío inexplicable recorrerme la espina dorsal.

"Para que lo conozca el que estuviere en su sano juicio —si es que alguien aquí lo está—, oigan y sabrán", la figura continuó con voz espectral. "El pobre tiene más obligación a la buena doctrina que el rico".

Mis pies se movían solos, retrocediendo mientras la figura avanzaba hacia mí. Quise gritar, pero mi voz se ahogó en mi garganta. No podía huir. Cada paso que daba era como hundirse más en el abismo.

"Has vivido en la indulgencia, te has perdido en el licor, y ahora... has llegado a tu juicio final", susurró la criatura mientras alargaba su mano huesuda hacia mí. Sentí sus dedos helados rozar mi piel y, en ese momento, supe que ya no había escapatoria.

El pueblo, la calle, todo desapareció. Solo quedábamos él y yo, atrapados en una oscu

ridad eterna.


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