"El Gigante del Juicio y las Tinieblas del Norte"

Su cuerpo, inerte, fue arrastrado por las calles



bajo la pálida luz de la luna, era testigo silencioso de una depravación oculta. En las sombras, un joven, consumido por la vanidad y la lujuria, se entregaba a sus vicios más oscuros. Con cada cigarrillo que consumía y cada mechón de cabello que se arreglaba con meticulosa precisión, sembraba las semillas de su propia ruina.

Su reputación lo precedía. Conocido por sus perversas prácticas, se había ganado la enemistad de muchos. Una noche, tras una transacción más, fue emboscado en un callejón oscuro. La pelea fue brutal, salvaje. Un relámpago iluminó el rostro del joven en el instante en que una hoja afilada se hundió en su cráneo, destrozando su vanidad tan cruelmente como había destrozado vidas.

Su cuerpo, inerte, fue arrastrado por las calles adoquinadas por un perro famélico, su cabello ensangrentado y enmarañado arrastrándose detrás de él como una estela de desgracia. Los amigos del joven, impotentes ante la escena, solo podían presenciar el espantoso espectáculo, condenados a llevar consigo la culpa de no haber podido salvarlo.

A medida que el sol se elevaba en el horizonte, el cuerpo mutilado del joven yacía en una plaza desierta, rodeado de una multitud de cuervos que graznaban profecías de maldición. Su rostro, antes lleno de arrogancia, ahora era una máscara de horror, una advertencia macabra para aquellos que se atrevieran a seguir sus pasos.

Pero la pesadilla no había hecho más que comenzar. En las noches siguientes, se decía que el espectro del joven vagaba por las calles de Alicante, condenado a una existencia eterna de sufrimiento. Su cabello, ahora largo y enredado, se arrastraba por el suelo, dejando un rastro de maldición a su paso. Los que lo veían juraban que sus ojos ardían con un fuego infernal y que su boca pronunciaba blasfemias ininteligibles.

Y así, el joven, que en vida había despreciado el alma, encontró su merecido castigo en la oscuridad eterna. Su historia se convirtió en una leyenda, una advertencia para aquellos que se dejaran llevar por la vanidad y la perdición. Una historia que recordaba a todos que el pecado tiene un precio, y que incluso en la muerte, el arrepentimiento puede ser demasiado tarde.

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