la santa imagen no quiso permanecer en el altar

 


En el año 1530 ocurrió en la villa de Amposta, ubicada en la ribera del río Ebro, cerca de Tortosa, un suceso en el que la santa imagen de Nuestra Señora, conocida como del Coll del Alva, favoreció a catorce personas, sacándolas de una aflicción muy grande. El evento fue que desde la desembocadura del río en el mar, llegaron cuatro grandes embarcaciones de moros, quienes tomaron control de la villa y capturaron a todos sus habitantes. Entre ellos había catorce personas a punto de ser llevadas, junto con los demás, en sus barcos. 

Al recordar la santa imagen, estas personas, entre lágrimas, se dirigieron hacia el Santuario para despedirse de aquella a quien habían cenerado tantas veces. 

Los clamores y suspiros de padres, hijos y mujeres se escuchaban en todas partes. Todos sentían que sus almas eran arrancadas al decir: "Adiós, Señora, adiós, Madre y nuestro consuelo; nuestros ojos quizás no os verán más, a menos que vos pongáis los vuestros, compadeciéndoos de estos pobres esclavos, que hasta ahora os pertenecen y de aquí en adelante también lo seremos de vuestros enemigos". Rodeados por la muchedumbre enemiga, se encontraron libres y en camino hacia el Santuario, donde, felices y agradecidos, ofrecieron repetidas gracias a su celestial libertadora.

Esta santa casa se encuentra a una legua de la ciudad de Tortosa, en el Principado de Cataluña, y se llama del Coll del Alva porque está en un collado muy prominente, desde donde se divisa la ciudad. Se observa algo bastante curioso: la santa imagen no quiso permanecer en el altar mayor que se construyó para ella una vez que fue encontrada, sino que prefirió la sacristía. Se atribuye a que en el lugar donde se construyó la sacristía había un algarrobo, en el que fue encontrada la imagen. No se menciona quién tuvo la suerte de encontrarla; solo se sabe que, después de erigirle un hermoso altar en el lugar más destacado del templo, se trasladó a la sacristía, desde donde nunca permitió que la sacaran.

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