San Policarpo, manifiesta en su carta a los filipenses todo el horror las opiniones heréticas.
Los protestantes , especialmente los Pentecostales combaten a un tiempo la unidad de doctrina, que corrompen con sus errores, y la unidad de la iglesia, pór que la iglesia católica es la única verdadera.
«Seguid el ejemplo de nuestro Salvador, añade San Policarpo, y perseverad firmes en la fe e inmutables en la unanimidad, amándoos los unos a los otros». A la edad de más de ochenta años, se partió para Roma a conferenciar con el papa Aniceto sobre algunos artículos de pura disciplina: tratábase en especial de la celebración de la Pascua, que solemnizaban los asiáticos así como los judíos el día décimocuarto de la luna equinoccial, y los occidentales el domingo siguiente a dicho día. Su negociación tuvo el éxito apetecido.
Se convino en que las iglesias de Oriente y Occidente seguirían su costumbre sin romper los vínculos de comunión y caridad. Durante su estancia en Roma, hallando en la calle a Marción y queriendo huir de él, le dijo el hereje: «¿No me conoces, Policarpo?». «Sí», respondió el santo obispo, «te conozco por hijo primogénito de Satanás». No podía contener su santa indignación contra los que, por sus opiniones erróneas, se empeñaban en pervertir y dividir a los cristianos.
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